6/14/2011

Sobre la internacionalización de las empresas españolas

ternacionalización en España, hasta hace poco era una opción para las empresas, o eso creían. La cruda realidad de la crisis que estamos sufriendo, les ha hecho ver que la internacionalización no era una opción, sino una cuestión de supervivencia. La situación es muy clara, aquellas empresas que se han internacionalizado, principalmente las grandes empresas, están sufriendo la crisis, pero a menor escala, ya que cada vez sus cifras de negocio dependen menos de su exposición al mercado nacional.

Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas, y algunas grandes, se ven en la necesidad de internacionalizarse para sobrevivir. Pero, ¿están aún a tiempo de poder lograrlo?

La situación de España en lo que se refiere a la falta de internacionalización de las empresas (exceptuando las grandes multinacionales españolas), es consecuencia de diversas causas. Algunos de los siguientes motivos, como la aversión a la movilidad que una buena parte de la población y en consecuencia, sus profesionales detentan, la estrategia del oportunismo empresarial, donde muchos empresarios no necesitaban preocuparse por diversificar o extenderse, ya que en el mercado nacional tenían todo lo que deseaban, además de que cuando las empresas salían fuera, se regían por el oportunismo de operaciones concretas, sin tener en cuenta una estrategia clara, o aspectos tan importantes como riesgo país o inseguridad jurídica, y por último, por citar algunas de las causas más importantes, el funcionariado de los estamentos públicos, cuyo fin es la de ayudar a las empresas a internacionalizarse y a exportar, pero que se han probado como altamente ineficientes y con resultados más que dudosos.

Pero lo que nos ocupa en este artículo es proponer soluciones, no hablar del pasado. Si que es importante, sin embargo, que cuando queremos alcanzar una meta, tenemos que saber de donde partimos, y la verdad es que el punto de partida deja mucho que desear.

De cara a proponer soluciones a la actual situación, hay que proponer no sólo cambiar algunas acciones y hábitos, sino que hay que ir a la raíz del problema, y cambiar el sistema, sus normas y cómo podemos medir si lo que estamos haciendo para apoyar la internacionalización de las empresas lo estamos realizando correctamente. Este ejercicio tiene por objetivo proponer un sistema cuyo fin es la eficiencia y el logro de resultados.

El sistema actual está obsoleto. Contamos con unas empresas que en principio no están expuestas al mercado exterior, y si lo están, la gran mayoría se rige por criterios de proximidad, idioma, afinidad cultural, y oportunidades. Como ejemplo, nuestra exposición en el sector de las infraestructuras en los países del Magreb o en Sudamérica es excesiva, y en la gran mayoría de los casos no nos preguntamos ¿por qué empresas de otros países están menos presentes en los países que consideramos naturales parta las empresas españolas? En el caso de que lo preguntemos, la respuesta suele ser, o porque somos mejores, o por el idioma. Bien, si esta es la respuesta que estimamos correcta, es que tenemos un grave problema. La exposición a cualquier cambio político en estos países es enorme, y sólo hay que ver lo que ha pasado en Egipto, para no necesitar más explicación.

El primer cambio que propongo para comenzar, se refiere a que el principal criterio para determinar a que zona queremos exponer nuestro negocio, se base en el criterio de mercado. El mercado debe primar sobre cualquier otra consideración, y para ello, un buen estudio del mercado internacional sobre cada actividad de las empresas, debe ser casi obligatorio en cualquier plan de negocio. Este estudio de mercado, debe incluir muy claramente cual es el riesgo país, la inseguridad jurídica y la transparencia de los organismos públicos.

En España, si algo tenemos son múltiples organizaciones públicas y empresariales, llenas de personas que nos ayudan a exportar y a internacionalizarnos. No hemos llegado al punto de solucionar este tema, pero como adelanto, son recursos humanos muy válidos (muchas veces duplicados o multiplicados por el número de regiones) que la mayoría deberían de estar haciendo múltiples estudios de mercado, y con el personal que tenemos, podríamos hasta crear una industria de estudios de mercado. Ya que la mayoría son cuasi funcionarios, pues privaticemos este campo, o simplemente pongamos a estos ciudadanos a producir estudios, que en definitiva, ayudarán a las empresas a tomar decisiones sobre la base del conocimiento, y no sobre la base de parámetros como cercanía o idioma.

Otro gran problema es el idioma. Los profesores de inglés u otros idiomas en nuestro país merecen un gran suspenso. Es muy raro encontrar compañías donde más de el 5% (como mucho) de sus trabajadores hablen inglés. Si, increíble pero cierto. España no habla inglés, y menos alemán y menos francés. El idioma internacional de negocios es el inglés, y por mucho que mis antiguos profesores de gallego se empeñen, con el inglés te puedes exponer a mercados internacionales, negociar contratos y entender datos, con el gallego no. Las empresas necesitan desde ya, todas, invertir una buena cantidad de tiempo y dinero en inmersiones lingüísticas de sus trabajadores en el extranjero. Todo lo que no ha hecho la clase política regional y nacional a día de hoy (salvo raras excepciones), lo deberán realizar las empresas, a pesar de que éstas ya pagan suficientes impuestos como para que al menos eduquen a la gente en aspectos que le sirvan para su desarrollo personal, humano y profesional. Creo que este mismo porcentaje se aplica a nuestra “clase política actual”. ¿Cómo puedes establecer relaciones personales si no te puedes comunicar? Que me lo expliquen…

Otro aspecto asentado en la raíz del problema es la gran diferencia entre los objetivos políticos y de las administraciones públicas, y los objetivos reales de las empresas. Muchas de las acciones y apoyos desarrollados por las instituciones tienen más una función de aparecer en la foto y hacer muchas cosas, que realmente la búsqueda de resultados de negocio reales, o lo que denomino, retorno de la inversión de las acciones, en el cual nos debemos centrar, desarrollando estrategias que se basen en el éxito de las empresas, cuya medición es muy sencilla: la realización concreta de negocios, traducidos en resultados positivos, medibles y cuantificables. Hasta ahora se han dilapidado muchos recursos en acciones de promoción y de facilitar a las empresas la salida al exterior, pero se ha caído en el error de apoyar a cualquier empresa que lo demandara, no a las empresas que realmente tenían más potencial para lograr el éxito.

Seleccionar a las empresas con criterios de mercado, donde se evalúe la capacidad real de la empresa de salir al exterior, la diferenciación y aportación real de valor de estas empresas en el mercado exterior, que incide claramente en su competitividad, una experiencia demostrada en el mercado nacional y capacidad financiera suficiente deben ser criterios mínimos para un apoyo institucional real, que pueda establecer objetivos claros y que éstos sean medibles. La propuesta es sencilla, algo tan simple de apoyar mejor y con más recursos a aquellas empresas que tienen alto potencial de éxito, para que los resultados en el medio y largo paso sean positivos y reviertan en el beneficio y enriquecimiento del tejido empresarial nacional. Pero no se trata sólo de apoyar, sino de que las empresas que sean apoyadas por las instituciones sean referencia y colaboren en el apoyo de las empresas nacionales que miran hacia el exterior. Esta colaboración en internacionalización debe ser una parte importante de la responsabilidad corporativa de las empresas.

Los recursos humanos y la red de oficinas de apoyo en el exterior actualmente es ineficiente. Las diferentes comunidades autónomas y el estado central han plagado el globo con oficinas de apoyo, donde en muchos casos compiten o incluso se duplican funciones. Debemos de aprovechar los recursos humanos que se están formando en estas oficinas exteriores, para incorporarlos a las empresas, necesitadas de personal con experiencia en internacionalización. Sin embargo, debemos de hacer que la estructura de las oficinas comerciales sean más eficientes, reduciendo el número de estas y eliminando duplicidades. También determinadas funciones, deberían de ser contratadas a agentes locales, con perfil senior y que puedan realmente desarrollar acciones con mayor efectividad y teniendo por objetivo el cumplimiento del retorno de la inversión. La representación local en mercados exteriores debe contar con expertos locales, tanto por su experiencia como por su conocimiento especializado de los diferentes sectores económicos que ofrezcan apoyo, guía y asesoramiento al equipo humano destinado en los centros localizados en los mercados exteriores.

Por último, y para no extenderme más, ya que es un tema que no tiene fin, la innovación debe jugar una importante labor en la nueva era de la internacionalización. Hay que innovar en internacionalización, desarrollando nuevos programas que tengan en cuenta el cumplimiento de objetivos y la eficiencia, olvidándonos de desarrollar acciones que se basen en volumen y no en calidad.

Desde aquí, el que escribe espera ver estos cambios incorporados a las diferentes administraciones a no muy largo plazo. Ya se está haciendo un proyecto piloto, y lo más sorprendente, parece ser que está funcionando. Copiemos ese modelo basado en la innovación.



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